Quiénes Somos

Además de representar los intereses de los caficultores a nivel departamental en la FNC –Comité de Cafeteros del Huila trabajamos por la sostenibilidad del sector cafetero.

Actuamos enmarcados en los más altos valores y principios éticos, con una estructura organizacional sólida enfocada en el cumplimiento de los objetivos estratégicos.

Buscamos hacer de la FNC un gremio próspero y efectivo y nos caracterizamos por nuestra capacidad de gestión, transparencia y profesionalismo en todo lo que hacemos, siendo reconocidos a nivel nacional e internacional.

A diario sumamos esfuerzos por alcanzar una caficultura: económicamente rentable, socialmente justa, ambientalmente sostenible y culturalmente aceptable.

Fondo Nacional del Café

El FoNC es una cuenta parafiscal, alimentada principalmente por la contribución cafetera pagada por cada libra de café exportado, que permite financiar los bienes y servicios públicos que benefician al conjunto de los caficultores colombianos, como la garantía de compra, la investigación científica y tecnológica, la asistencia técnica brindada por el Servicio de Extensión, así como las labores de promoción y comercialización que han contribuido a posicionar al Café de Colombia como el mejor café suave lavado del mundo. 

Estructura

Somos una entidad privada y de carácter federado; por lo tanto, tenemos una estructura administrativa y una gremial.


Dónde Estamos


El Comité de Cafeteros del Huila se encuentra en Neiva y tenemos oficinas de atención en 35 municipios cafeteros, distribuidos en 9 seccionales. 
 
Por su parte, nuestra sede principal se encuentra en Bogotá D.C. y cuenta con oficinas de representación en Estados Unidos, Holanda, Japón y China, mercados claves para el café colombiano.

Personajes

Profesor Yarumo

Sinónimo de educación, conocimiento, progreso y bienestar que apoya, a través de medios masivos de comunicación, las labores del Servicio de Extensión de la FNC.

Juan Valdez

Embajador de los caficultores y el Café de Colombia en el mundo. Simboliza los valores y tradiciones de la cultura cafetera.

Nuestros reconocimientos

En la Federación hemos logrado demostrar capacidad de gestión, transparencia y profesionalismo en todo lo que hacemos, y esto ha sido reconocido a nivel nacional e internacional.

Nuestra Historia

Ciento cincuenta años antes de que don Rafael Parga sembrara en 1862 los primeros granos de café en los hoy municipios de Colombia y Dolores, pertenecientes entonces al Estado Soberano del Tolima, el café de América se cultivaba únicamente en las islas francesas del Caribe, desde donde se propagó hacia Costa Rica y Venezuela para finalmente extenderse por Colombia y los demás países tropicales de la zona (Tirado et al., 2017a),

Según Tirado et al. (2017b), el grano originario de África llegó a territorio nacional en manos de sacerdotes jesuitas, quienes en 1723 lo trajeron desde Venezuela y le dieron tratamiento inicialmente en Santander, donde para los años setenta del siglo XIX se originaba el 90% de la producción cafetera colombiana.

El auge fue tal que luego la producción se empezó a desarrollar en la parte occidental de Cundinamarca, siguiendo su expansión por el occidente -Antioquia, Caldas, Tolima y Valle-, y recorriendo caminos que finalmente trajeron el cultivo al departamento del Huila.

Tras la iniciativa liderada por Parga, que constituyó las bases de la caficultura en territorio huilense, el señor Vicente Durán Alvira, con semillas procedentes del municipio de Colombia, fundó en la región de Palacio, en Neiva, la primera plantación de importancia, y poco a poco por la cordillera Oriental el café fue extendiéndose hasta llegar al centro del Huila, teniendo a Garzón y Gigante como epicentro de una naciente actividad promisoria, que luego llegó al occidente del departamento en los municipios de La Plata y circunvecinos. (Chalarca, 2000a).

Pero en el sur del Huila la historia es diferente; se cree que el cultivo inició en la Hacienda Laboyos (lugar donde hoy se encuentra asentado el municipio de Pitalito), promovido por presbíteros para el perdón de los pecados, pero alcanzó su máximo esplendor bajo la Administración de Leonidas Lara entre los años 1891 y 1902.

Al comenzar la Guerra de los Mil Días (1899-1902), en la Hacienda Laboyos había 120.000 cafetos, debido a que en esa época se obligaba a sembrar a cada uno de los ocupantes contratados 600 árboles en promedio, lo que generó una nueva forma de ingresos y el incremento de la capacidad de compra de los productores comprometidos con este interesante proceso económico (Chalarca, 2000b).